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Vicenç Navarro |
Según los datos de la Comisión Europea,
la actividad económica en la Eurozona está descendiendo. Durante el
periodo Abril-Junio descendió, como promedio, un 0,2%, y se espera que
el informe de Octubre muestre una contracción incluso mayor de tal
actividad. A estos datos debe añadirse la información proveída por el
Banco Central Europeo, que señala que la actividad financiera también ha
disminuido en la Eurozona, sin que se espere la reactivación de tal
actividad en un futuro próximo. Mírese como se mire, pues, la situación
económica y financiera va mal, en realidad, muy mal. Las cifras de
desempleo en la Eurozona han alcanzado niveles sin precedentes, 18
millones de parados con un incremento anual de un millón durante estos
años de crisis.
Es obvio que las políticas de
austeridad –que se han estado promoviendo por la troika (la Comisión
Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional)-
no están reavivando la economía de la Eurozona. En realidad, todos los
datos señalan que, al revés, la están hundiendo. Y a pesar de ello, la
troika continúa insistiendo en que la solución pasa por todavía más
austeridad y más recortes. En estos momentos, está exigiendo en Grecia
que se recorten 11.500 millones de euros del presupuesto nacional. En
España también se están exigiendo para 2013 añadir 13.000 millones de
euros de recortes a los que han ocurrido durante cada año de la crisis.
En Francia, con un gobierno socialista, presidido por el Sr. François
Hollande, éste está planeando recortar 30.000 millones de euros de su
presupuesto. Y la lista puede alargarse incluyendo más y más países de
la Eurozona. Las políticas de recortes han sido el eje central de las
intervenciones públicas en los países de la Eurozona.
Además de estos recortes, se están
aplicando otras políticas de claro corte neoliberal, como el retraso de
la edad de jubilación, la reducción de los beneficios sociales y
laborales, el descenso del seguro de desempleo, la reducción de
salarios, y una larga lista de intervenciones que están reduciendo el
bienestar social de las clases populares, que constituyen la mayoría de
la población en los países de la Eurozona.
Europa se rebela
Como era de esperar, tales clases
populares de estos países se están rebelando frente a estas políticas,
políticas que en su gran mayoría se están imponiendo a la ciudadanía sin
que hubiera un mandato popular para ello, ya que tales medidas no
estaban en el programa electoral de los partidos gobernantes. De ahí que
la legitimidad de tales gobiernos y de las instituciones que gobiernan
la Eurozona y la Unión Europea esté cada vez más cuestionada. La
atracción de Europa, que era generalizada en los países del Sur de tal
continente (la mayoría habían sufrido dictaduras fascistas o
fascistoides durante muchos años), está desapareciendo muy rápidamente. Y
la conveniencia del euro como moneda común también se está
cuestionando. Varias encuestas han aparecido en los mayores medios de
información europeos diciendo que un porcentaje cada año mayor,
identifica el establecimiento del euro como responsable de su pérdida de
capacidad adquisitiva.
La rebelión de las clases populares a
estas políticas neoliberales impuestas por el establishment europeo
está actualmente generalizada. En Portugal, acaba de realizarse una
huelga general y hay manifestaciones de protesta día tras día. En
Francia, este domingo hubo manifestaciones a lo largo de su territorio
protestando por la propuesta del presidente Hollande de aprobar el Pacto
Fiscal que obligará, en la práctica, a perpetuar las políticas de
austeridad. En Grecia, las protestas laborales y sociales son también el
pan de cada día, alcanzando cada vez más una orientación violenta que
puede afectar la viabilidad de sus instituciones representativas. Un
tanto parecido ocurre en España, donde la represión por parte del
Estado, heredero, en parte, de la dictadura, es especialmente acentuado
en contra de las numerosas manifestaciones que toman lugar a lo largo
del territorio español. Y lo mismo está ocurriendo en Italia, donde los
sindicatos están liderando una oposición cada vez más generalizada
contra las imposiciones del gobierno Monti.
La respuesta del establishment que gobierna la Eurozona
Ni que decir tiene que esta
agitación social está generando respuestas del establishment que
gobierna la Eurozona. Una de ellas, son las medidas tomadas por el BCE
de comprar bonos públicos (de corto periodo, no más de tres años) en el
mercado primario, condicionado a que los países pidan un rescate del
European Stability Mechanism (ESM), al cual se le ha dotado de 500.000
millones de euros para que compre deuda pública (a largo plazo, de 10
años) en el mercado secundario, sujeto todo ello a unas condiciones
leoninas que implican todavía más recortes. Estas medidas de recortes y
austeridad, forzando una bajada de los salarios, supondrán todavía un
mayor endeudamiento, junto con una mayor austeridad, reforzándose así el
ciclo vicioso entre endeudamiento, austeridad y declive de la actividad
económica.
Lo que está pasando en España con el
rescate bancario es un claro ejemplo de ello. Se proveen 100.000
millones de euros, que se prestan al Estado español (con lo cual el
déficit y la deuda pública aumentan), con la condición de que se reduzca
todavía más el gasto público, empeorando así, incluso más, la situación
de la economía española.
¡Hay alternativas a los recortes!
Para cualquier persona que no esté
obcecada con el dogma neoliberal es obvio que la solución a la crisis
económica pasa por romper este círculo vicioso, que se inicia con un
endeudamiento que quiere resolverse a base de políticas de austeridad
que determinan un descenso de la actividad económica y de los ingresos
al Estado, lo cual lleva a pedir prestado más dinero y a endeudarse.
Este círculo vicioso es lo que está llevando la Eurozona al desastre.
Lo que tiene que hacerse es dejar de
endeudarse, renegociando una deuda que ha beneficiado a la banca y a
sus accionistas, pero a nadie más. No se puede avanzar con un sistema
financiero que funciona para tan pocos a costa del sacrificio de tantos.
La banca privada ya ha perdido su función social, que es la de proveer
crédito. Si no ofrece crédito, no tiene lógica su existencia. El tamaño
del sector financiero en una economía debe por lo tanto reducirse
sustancialmente mediante toda una serie de medidas, que incluyen desde
una carga impositiva mucho más elevada a la banca (sin afectar los
ahorros del ciudadano normal y corriente), gravando principalmente a los
grandes depósitos, las largas transacciones y las actividades
especulativas. Otras medidas deberían incluir su nacionalización, con
pleno intervencionismo del Estado para garantizar la disponibilidad de
crédito razonable y accesible. No puede permitirse que la banca privada
sea el aparato sanguíneo del cuerpo económico.
Por otra parte, los Estados deben
dejar de depender tanto de los préstamos externos, observación que es
especialmente relevante para los países llamados en la terminología
anglosajona PIGS (o GIPSI si se incluye Italia). Cada uno de estos
Estados (cuyos ingresos al Estado son excesivamente bajos) debe
incrementar sustancialmente sus ingresos públicos. Si España tuviera la
carga fiscal de Suecia, el Estado español ingresaría 200.000 millones de
euros más al año. En Italia, según el Banco de Italia, la riqueza
existente en el país, altamente concentrada (que podría y debería
general fondos al Estado), representa 8.600.000 millones de euros, que
es más de cuatro veces los 2.000.000 millones de euros de deuda pública
que tiene su Estado. Si tal riqueza concentrada, como sugiere Tom Gill
en su artículo “Europe is Revolting” (CounterPunch, Septiembre de 2012)
se la gravara con un 2% de la riqueza poseída por el 50% más rico de los
propietarios, se generarían 100.000 millones de euros más al año para
las arcas del Estado.
Un tanto semejante en Portugal,
donde el gobierno propuso recientemente unos recortes de 4.900 millones
de euros (que tuvo que retirar debido a la oposición de la ciudadanía).
Los sindicatos portugueses propusieron como alternativas un aumento del
gravamen de un 0,25% en las transacciones bancarias (consiguiendo así
2.000 millones), de un 10% en las ganancias en la propiedad de los
mayores accionistas del país (consiguiendo 1.700 millones de euros), un
incremento del impuesto de sociedades para las empresas que facturan a
partir de 1.2 millones de euros al año (1.200 millones de euros), y una
disminución del fraude fiscal (1.200 millones de euros). Todas estas
medidas afectarían sólo al 1% de la población: los súper ricos. Todas
estas propuestas son altamente populares.
Otras propuestas también altamente
populares es la reducción del gasto en las Fuerzas Armadas. Gran parte
de tales fuerzas militares hacen funciones policiales y de represión
interna, caso claro en España, donde se asigna a tales fuerzas armadas
la garantía de “la unidad de España”, función que expresa el carácter
policial y de represión interna del país, defendiendo en la práctica un
centralismo que inhibe la expresión de la riqueza de España que debería
basarse en la expresión de su plurinacionalidad. Ni que decir tiene que
estas propuestas alternativas, populares a nivel de calle, son
inmensamente impopulares en los establishments que gobiernan a los
países de la Eurozona, que están imponiendo políticas opuestas,
altamente impopulares. Hoy existen unas instituciones que no han sido
elegidas por la población, que gobiernan e imponen lo que favorece a sus
intereses particulares, a costa de los intereses generales. Las fuerzas
auténticamente democráticas deberían coordinarse a nivel europeo,
incluyendo una huelga general a nivel de toda la Eurozona para indicar
que las clases populares están diciendo basta ya de esta dictadura
financiera que está llevando a todos los países al desastre.
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