Habrá muchos, individuos o pueblos,
que piensen más o menos conscientemente, que “todo extranjero es un
enemigo”. En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de
las almas como una infección latente; se manifiesta sólo en actos
intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de
pensamiento. Pero cuando éste llega, cuando el dogma inexpresado se
convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la
cadena está el Láger...