Amaia Pérez Orozco |
“El feminismo no debe hacer pedagogía, sino contagiar lo aprendido”
La economista y feminista Amaia Orozco reflexiona sobre los retos actuales del feminismo en su vinculación con los movimientos sociales y su aportación a la economía crítica
Enviado por Elena Ledda el 31 Julio , 2012
Elena Ledda./ Barcelona
Barcelona acogió entre el 27 y el 29 de junio la vigésimo primera conferencia anual de la International Association for Feminist Economics, (IAFFE).
Unas 400 personas, la gran mayoría mujeres, provenientes de todo el
mundo, compartieron y debatieron durante tres días los retos y las
propuestas de la economía feminista ante los grandes temas de la
actualidad como la crisis económica y civilizatoria, el desarrollo
sostenible, el comercio y la globalización, el buen vivir, el trabajo
dentro y fuera del mercado, la exclusión social y la migración. Entre
las ponentes de la mesa redonda ‘Movimientos sociales ante la Crisis-
Economía feminista en la encrucijada’ no podía faltar la economista,
feminista y activista Amaia Orozco. Pikara habló con ella.
Durante tu ponencia
comentabas que hay que debatir si la economía feminista pertenece a los
movimientos sociales o al mundo académico. ¿Tú cómo lo ves?
Creo
que la economía feminista tal y como la hemos conocido en el Estado
español es una corriente académica que nació muy vinculada a la política
y que ahora está en una encrucijada de solidificarse con la primera y
de perder la dimensión de intervención y de práctica política.
¿Por qué está pasando eso?
Es
algo bastante común a muchos estudios de género. Tiene que ver que las
universidades son sitios donde hay posibilidades de hacer carrera
profesional y que los movimiento feministas en el Estado español ahora
mismo están creando poco pensamiento. Cada vez más se recurre al ámbito
académico elaborando teorías que luego se aplican, pero que no se
construyen desde la práctica política. En cambio, las compañeras de
Mesoamérica comentaban que habían oído hablar de la economía feminista
pero que le estaban dando sentido y forma desde la propia intervención
con grupos de mujeres. Por eso para ellas es más bien un movimiento
social, una apuesta por construir otra forma no de pensar la economía
sino de hacerla.
Y para ti ¿dónde sería deseable que estuviera la economía feminista?
Supongo
que en la intersección de ambas. En el Estado español la economía
feminista es lo que hacen algunas feministas que están en la academia y
que tienen el título de economistas, y esto me parece una contradicción
bestial. Si precisamente lo que estamos criticando es la forma en que se
enseña economía normalmente, ¿cómo puede ser que esa forma -que además
se reduce sólo al mercado- sea de repente lo que te da legitimidad para
luego hacer feminismo?
Yo creo que el lugar de arranque y de
permanente crítica tiene que ser el movimiento feminista, y tiene que
haber una interacción constante entre la práctica y el discurso. Si
luego hay gente en el ámbito académico con más tiempo y recursos para
profundizar en cosas, estupendo.
Con respecto a la crisis
civilizatoria, has comentado que desde el feminismo la apuesta de futuro
pasa por abrir el debate en primer lugar sobre cuál es la vida que merece ser vivida. Pero según dónde estemos, la perspectiva es muy diferente. ¿Cómo se podría gestionar esa diversidad?
Creo
que hay que combinar dos principios éticos a la hora de debatir cuál es
la vida que merece ser vivida: el principio de universalidad, o sea,
por ejemplo, no puede ser un buen vivir que consuma una serie de recursos
naturales que hacen que sea imposible que todo el mundo viva así, y por
otro lado el principio de la singularidad. La definición de buen vivir
es distinta en distintos contextos, para distintos grupos sociales y
para distintas personas. A este respecto creo que a veces hay visiones
de la izquierda clásica o materialista que hablan en términos muy
igualitaristas pero que no respetan las diferencias.
Las luchas
más materiales, por la distribución, se guían por el principio de
igualdad pero se olvidan las luchas más culturales y simbólicas, por
ejemplo por la diversidad sexual, funcional o de identidad de género. Yo
creo que no pueden ir por separado porque si no, además, en un contexto
donde las cosas se ponen difíciles, las que van a primar son las
injusticias materiales. Es un problema que en el 15M todo el mundo asuma
que luchar contra los bancos es un objetivo común pero que no se
entienda que la lucha por la diversidad sexual también tiene que serlo.
¿Por qué es más fácil que se sientan comunes algunas luchas mientras que otras siguen pareciendo sólo de algunas?
A
lo mejor digo una barbaridad, pero las luchas materiales del
capitalismo se construyen entorno al sujeto obrero, que al fin y al cabo
es el que se reconoce en los propios mercados capitalistas porque es la
mano de obra. Como clase obrera se está luchando en el terreno del
capital, mientras que en las otras luchas se está luchando desde otros
sitios. Por tanto, es todavía más difícil, porque primero tienes que
visualizar que existen esos conflictos y que tienen algo que ver con esa
estructura.
El estilo de la militancia es a menudo absorbente, ¿qué estrategias se te ocurren para poder incorporar ahí las ideas de los cuidados y de la conciliación?
Una
vía podría ser empezar el debate sobre qué pasa dentro de la militancia
como hicieron Ecologistas en Acción en una campaña interna en torno a
quién cuida a quién y sobre cómo se reparten las tareas dentro de la
propia militancia. Por otro lado dentro del 15M, sobre todo al principio,
cuidar la vida era algo de lo más prosaico -como comer, beber, mear,
que no te dé una insolación- era algo súper fuerte de la propia
actividad política. Creo que es un punto de partida muy potente aunque
insuficiente, porque se acaba el tiempo de las acampadas. Igualmente
pienso que podría ser interesante darle un pelín más de vueltas a todo
lo que nos pasó en ese sentido con el 15M.
El asociacionismo depende de subvenciones y militancia: las primeras se terminan y la segunda es más difícil para quien está pluriempleada y precarizada. ¿Qué alternativas nos quedan?
No
sé, creo que podemos estar precarias y pluriempleadas pero también cada
vez más vamos a estar sin empleo. En vez de buscar siempre el empleo
fuera, una vía puede ser poner en marcha iniciativas colectivas que nos
permitan a la vez resolver nuestra vida material y que sean en sí
mismas una forma de hacer política y de ir construyendo las alternativas
que queremos,como espacios de cuidados, bancos del tiempo, etc.
Por
lo que se refiere a la necesidad de hacer alianzas desde los feminismos
y con los movimientos sociales para construir una mirada crítica
y potente ante la crisis civilizatoria, comentabas que es importante
que no planteemos lasas propuestas feministas como un decálogo, sino que
nosotras también nos tenemos que replantear cosas.
Yo
creo que desde los feminismos se toma poco en serio el tema ecológico y
para mí tendría que ser un eje central. También creo que las comisiones
de feminismos en el 15M a veces nos hemos presentado al resto del
movimiento como si tuvieran que demostrarnos que no son antifeministas,
en vez de estar nosotras dispuestas a replantearnos nuestras formas de
hacer política en la interacción con el resto. El 15M ha sido y es súper
potente para repensar las formas de hacer política, de llegar a
consensos no con la unanimidad sino con la construcción de una solución
común; pero que en vez de pensar en eso estábamos más pendientes de si
se decía una palabra sexista. Creo que no deberíamos estar en una
actitud de vigilancia, como de sospecha de que quien lo hace mal es el
otro. En el 15 M de Madrid hicimos encuentros para repensarnos los
feminismos y salió ese debate: había quien veía esa actitud defensiva
como una reacción a la hostilidad externa y quienes la cuestionábamos
porque no es cuestión de hacer pedagogía sino de contagiar al resto con
lo que has aprendido y contagiarte con las cosas nuevas que se están
generando.
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