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Federico Mayor Zaragoza |
Es un
clamor ciudadano: cuando vivimos con preocupación creciente una crisis
económica europeo-española de una gravedad extraordinaria, vemos estupefactos
que la Unión Europea es incapaz de decidir sobre su autonomía en materia de
seguridad. Seguimos dependiendo de la OTAN y pagando inmensas facturas: ahora
mismo, en España, cuando no hay dinero para la salud, educación, ciencia… se
abonan casi 2.000 millones de euros por “deudas de armamento” correspondientes
a material de guerra adquirido hace años. “Hemos comprado material que no
necesitábamos con dinero que no teníamos”, tuvo el valor de declarar la
Ministra Carme Chacón. ¿Por qué no sabemos los ciudadanos cuánto, cuándo y
quién ordenó estas compras desmesuradas? ¿Por qué sigue la opacidad en
cuestiones tan importantes para el cambio radical que la presente crisis sistémica
exige?
Y, por si
fuera poco, ahora parecen estar interesados en unirse los productores europeos
de bombarderos, cohetes, etc. para poder
competir con los de Estados Unidos. “Los
inversores y los gobiernos europeos están muy preocupados por las posibilidades
de unión de los gigantes europeos aeroespaciales”, publica el New York Times
del 14 de septiembre y, un día antes, en “El País” se anuncia que EADS
(European Aeronautic Defends and Espace) y BAE (BAE Systems de Inglaterra) negocian crear
este coloso. Puesto que en USA han
decidido trabajar conjuntamente Lockheed Martin y Boing, ahora pretenden hacer
lo mismo en Europa, con un capital inicial de 49.000 millones de dólares.
Ha llegado
el momento de oponernos radicalmente a que cada día se destinen –no me cansaré
de repetirlo- 4000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo
que mueren de hambre más de 60 mil personas y miles de millones viven en situación
de extrema pobreza.
Ha llegado
el momento de hacer inversiones en otras cosas y dejar de una vez la inclemente
preparación de la guerra (“Si quieres la paz, prepara la guerra”) que lleva a
la mayoría del mundo a tener que vivir con gran penuria afectando, además, la
habitabilidad de la Tierra.
Es correcto
ocuparse de la seguridad de la aviación civil… pero los aviones de guerra
–menos mal que el Presidente Obama ha suspendido la producción del F-35, que costaba más de 300 mil millones de
dólares- y, sobre todo, los drones, deben regularse estrictamente.
También
aconsejo, sinceramente, no preocuparnos tanto por viajar a Marte y la Luna.
Ocupémonos de la Tierra, viajemos por la Tierra para apercibirnos, de una vez,
que lo único que importa es cada vida humana, este misterio, quizás milagro,
capaz de crear, capaz de inventar un futuro distinto, un nuevo amanecer.
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