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sábado, 17 de noviembre de 2012

"Le llaman sacrificio cuando deberían decir HOLOCAUSTO". Por Francisco Altemir

Article llegit a % ATTAC MADRID

Los poderosos siempre han cambiado el significado de las palabras de forma que inducen a error a los más débiles, mejor dicho les atemorizan para que obren de acuerdo con sus dictados.

Tal ocurre con la palabra SACRIFICIO, al escucharla viene a nuestras mentes todo el poso de “enseñanza cristiana acrítica” que durante cientos de años nos han tratado de despojar de  nuestra capacidad de discernimiento. Recordamos a un dios del Antiguo Testamento que ordena a Abraham a “sacrificar” a su hijo Isaac asesinándole para satisfacción suya. Nos viene a las mente cierta prácticas masoquistas: azotarse la espalda o colocarse cilicios para sufrir y ofrecer el “sacrificio “ a un dios inexistente, porque el Dios del Nuevo Testamento encarnado en un hombre, Jesús de Nazaret, abomina de tales prácticas infructuosas. También las civilizaciones precolombinas ofrecían a sus dioses las ofrendas de los corazones de los guerreros más valientes y de las mujeres más hermosas, lo hacían en pirámides construidas a tal efecto.

Los escritos y leyendas no se pueden descontextualizar. El género humano ha ido creciendo en sabiduría y conocimientos lenta y paulatinamente. En los albores de la humanidad cualquier suceso nuevo o extraordinario les causaba inquietud por no decir auténtico pavor. Una simple tormenta eléctrica con su aparatoso acompañamiento de lluvia, rayos y truenos les hacía pensar que debían hacer una ofrenda al ser capaz de promover tan pavoroso fenómeno. Le ofrecían  productos de la tierra o animales domésticos para aplacar su ira, y ganarse su benevolencia. Era una especie de soborno primitivo para conquistar el favor del “dios” capaz de hacer tales prodigios que les dejaban en estado de “shock”.

Ese significado ha sido recogido por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, sin tener en cuenta el contexto en que cristalizó.

Por otra parte se dice que unos padres se sacrifican por sus hijos, velándoles noches enteras cuando enferman. Uno no se imagina a esos padres con cara de cordero degollado por el “sacrificio” que están haciendo, cuando en realidad tienen cara de preocupación y, finalmente, tienen la cara y el corazón contentos cuando el hijo mejora. Su actuación les ha salido de dentro, por obligación (de ob, prefijo: a causa de  y de ligare : ligazón, parentesco).

Ese es el auténtico significado de la palabra SACRIFICIO, hacer lo más importante (del latín sacrum, lo más importante o sagrado, y de facere, obrar o actuar). Es la actitud de muchos líderes que con riesgo de la vida o de su libertad las arriesgan por sus compañeros o los desvalidos (Sánchez Gordillo). La Plataforma de Afectados por las Hipotecas es una buena muestra de ello. Los “yayoflautas” que hemos visto ser empujados y golpeados por orden de los mandamases se ven impelidos a actuar de esa forma porque es el SACRIFICIO que les pide el cuerpo, la solidaridad con las víctimas del terrorismo del sistema.

Es más fácil utilizar un falso eufemismo que decir la verdad que van adoptar nuevas medidas que nos llevan a un auténtico holocausto, a la muerte por inanición, a la muerte por falta de cuidados, a la muerte por falta de esperanza, a la muerte por desesperación. Lo más importante que tenemos todos en la vida es el futuro, en principio es nuestro pero nos puede ser arrebatado sumiéndonos en la desesperanza y empujando a muchos al suicidio. Hay que tener en cuenta  de la misma forma que hay muchos desahuciados invisibles como escribía hace poco Ignacio Escolar (sólo salen en televisión la punta del iceberg), hay también muchos suicidas invisibles de los que nadie cuenta nada. Solamente lo saben, aparte de los allegados, los jueces que levantan los cadáveres y los del Samur. Uno y otro cuerpo de funcionarios se han indignado y claman porque se tomen medidas para evitar tales desgracias, ellos no son los malos de la película, los malos son otros y se irán de rositas. Es más fácil pedir “sacrificios” que pedir que vayamos al degolladero, pero ignoran que el verdadero significado de SACRIFICIO supone la unión de todos contra la injusticia, la corrupción y la mentira.  Es el trabajo más sagrado e importante que nos aguarda.

Los mandamases conocen muy bien los consejos de Maquiavelo  en “El Príncipe”, después de sopesar las dos alternativas contrapuestas: “Más vale ser temido que amado.  Ignoran, como es natural, que las sociedades en las que no reina el temor son más felices, las personas son más solidarias. Hay que decir ¡BASTA! a este capitalismo salvaje en el que reina la SACROSANTA  COMPETITIVIDAD,  que convierte a la sociedad en una jungla en la que impera el más fuerte, el que sabe poner mucho mejor las zancadillas, el que sabe manejar la navaja mejor que nadie, el que es más astuto y utiliza las mejores argucias para escalar puestos pisoteando a los demás, el que tiene menos escrúpulos, el que ve en el otro un enemigo al que hay que eliminar en lugar de un amigo al que hay que ayudar. Es necesario cambiar el sistema, en el que se vea al otro como un compañero, con su dignidad y sus flaquezas como las nuestras porque somos seres de relación, como decía Antonio Machado: “Un corazón solitario no es un corazón”. Hay que sustituir la competitividad por la cooperación, teniendo en cuenta además que el rendimiento por hora aumentará al no perder el tiempo miserablemente en cómo deshacerse de los “enemigos” (Esta observación debería servir para calmar a los Amos del Universo)

Es necesario desterrar el miedo al que nos quieren someter. Es necesario pensar con autonomía y apartar de nosotros las “recetas!” de los que, ignorando todo, nos atiborran del “pensamiento único”. Ese pensamiento único nos dice: tienes que adaptarte y el hombre medio tiene que adaptarse y someterse para sobrevivir. Adaptarse y someterse a la economía de mercado, a la globalización financiera y especuladora, a la competitividad, a los empleos precarios, a la posibilidad del paro o de la jubilación anticipada, a la explotación laboral, al acoso en el trabajo, a la posibilidad de deslocalizaciones y fusiones, con las consiguientes pérdidas de puestos de trabajo, a los paraísos fiscales, a las especulaciones financieras e inmobiliarias efectuadas por los “amos del universo”. Adaptarse y someterse al yugo que supone el pago de las hipotecas durante, prácticamente, toda la vida. Adaptarse a la arrogancia y prepotencia del poder, al trabajo infantil esclavo, a la trata de blancas. Adaptarse a las amenazas de privatización de los servicios públicos o a su posterior desaparición. En sumo: adaptarse a vivir con miedo, sin dignidad y esperanza y adeshumanizarse. El sistema aborrece de los que piensan y se rebelan, les descalifica tachándoles de “inadaptados” y les echa encima a los cuerpos de seguridad del Estado: ¡Hay que identificarse! y ¡Ay de ti si no lo haces aunque seas un “yayoflauta” que lucha por sus bisnietos!

Madrid, 12 de noviembre de 2012.
 


sacrificio.
(Del lat. sacrificĭum).
1. m. Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación.
2. m. Acto del sacerdote al ofrecer en la misa el cuerpo de Cristo bajo las especies de pan y vino en honor de su Eterno Padre.
3. m. Matanza de animales, especialmente para el consumo.
4. m. Matanza de personas, especialmente en una guerra o por una determinada causa. La revolución supuso el sacrificio de miles de vidas.
5. m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona.
6. m. Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.
7. m. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor.
8. m. coloq. Operación quirúrgica muy cruenta y peligrosa.
~ del altar.
1. m. sacrificio de la misa.
2. holocausto.
3. (Del lat. holocaustum, y este del gr. ὁλόκαυστος).
4. 1. m. Gran matanza de seres humanos.
5. 2. m. Acto de abnegación total que se lleva a cabo por amor.
6. 3. m. Entre los israelitas especialmente, sacrificio en que se quemaba toda la víctima.
  1. 7.   Real Academia Española © Todos los derechos reservados

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