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Presupuestos 2013, un engaño más
Juan Torres López |
Como se recordará, el Gobierno de Rajoy retrasó la presentación de
los Presupuestos de 2012 hasta después de celebradas las elecciones
andaluzas para ocultar a los electores sus incumplimientos y los
recortes tan duros que les imponía, en contra de lo prometido en su
programa electoral.
Este año vuelve a haber citas electorales pero no puede hacer lo
mismo. En lugar de ello, ha optado por presentar unos presupuestos para
2013 falseados, evitando producir un impacto muy negativo en la opinión
pública (por ejemplo, sin hacer referencia a lo que hará con la obligada
revalorización de las pensiones, que debería constar en estos
Presupuestos) y a sabiendas de que en los próximos meses, o incluso
semanas, tendrá que ir corrigiendo lo dicho ahora porque será imposible
que, con los números presentados, se cumplan los objetivos que va a
exigir Europa y que el propio Partido Popular dice haber asumido.
Sin perjuicio de que haya que analizar con más detalle el documento
presupuestario, las claves principales del que nos acaban de presentar
son las siguientes.
Escenario irreal
En primer lugar, los Presupuestos 2013 están basados en un escenario
macroeconómico completamente irreal. Es materialmente imposible que, con
las políticas que se están aplicando y con las previstas, así como con
la evolución presente de nuestra economía se pueda conseguir que la
caída del PIB sea solo del 0,5% en 2013. Como también lo es que el
consumo privado disminuya tan escasamente como se prevé (-1,4%), que la
inversión solo descienda un 2,1%, frente a la caída de quizá más del 10%
que va a tener en 2012, que las importaciones disminuyan tan poco
(-1,5%), cuando lo más seguro es que el precio del petróleo suba
bastante, o que las exportaciones crezcan un 6% (frente a un 1,6%
estimado para 2012) cuando sabemos que nuestra producción de
automóviles, por ejemplo, está cayendo un 22%, que las pernoctaciones
turísticas disminuyeron un 10% en este verano, o que la economía europea
se va a resentir cada vez más por el efecto de las políticas de
austeridad.
Lo que hace el gobierno es recurrir a un viejo truco: se infla la
proyección de crecimiento y así las cifras presupuestadas de ingresos
son mayores, pudiendo presentar entonces mejores registros de saldo
presupuestario.
El tiempo dirá quién lleva razón. De momento, como se puede demostrar leyendo el libro Lo que España se necesita, quien
está equivocándose y mintiendo es el gobierno y por mi parte me permito
asegurar que con estos Presupuestos y con los recortes que conllevan
incluso será imposible que se alcance el objetivo de déficit de 3,8% del
PIB de la Administración Central y la Seguridad Social previsto para
2013. El gobierno de Rajoy está engañando una vez a los españoles.
Maniatados por la deuda
La segunda característica de los Presupuestos de 2013 a mi juicio es
que ya muestra que la carga de la deuda y de los intereses es
materialmente insoportable. Uno de cada cuatro euros de gasto público
irá destinado a pagar intereses (38.590 millones euros, y eso en una
previsión igualmente optimista), de modo que el recorte conjunto que
deberán hacer los diversos ministerios (3.883 millones de euros) apenas
sirve para cubrir la mitad de los que van a aumentar respecto a 2012
(9.742 millones de euros, como he dicho, en estimación optimista).
Si a los intereses se añade el principal de la deuda que España va
acumulando, es fácil deducir que estos Presupuestos no resuelven nada
porque dejan a nuestra economía y a la sociedad en su conjunto con las
manos atadas: una deuda artificialmente alimentada y encarecida nos
consume sin remedio.
Recortes profundamente antisociales
El Ministro de Hacienda miente también ante los españoles cuando
afirma que “el ajuste no se está haciendo sobre el gasto social”. La
afirmación es tan falsa y demagógica que avergüenza, máxime cuando son
sus propios compañeros de gobierno y de partido los que difunden a los
cuatro vientos que el Estado de Bienestar es una carga insoportables y
que hay que reducirlo drásticamente.
Los Presupuestos de 2013 hacen recaer el ajuste en los derechos
sociales y van a suponer una nueva rebaja del gasto social en España por
varias razones:
- Siguen suponiendo una pérdida de poder adquisitivo de los
trabajadores tanto por la congelación de salarios directos (empleados
públicos), como por la reducción de salarios indirectos (educación,
sanidad, servicios de dependencia) o salarios diferidos (pensiones).
- Los recortes que se vienen realizando y que profundizan los
Presupuestos de 2013 son también muy antisociales porque debilitan, por
no decir que destrozan, las fuentes de creación del capital social
(formación, investigación, transferencia del conocimiento, redes
sociales, infraestructuras…) que son mucho más necesarias para la
población de menos renta de cara a generar por su cuenta nuevas fuentes
de ingresos y bienestar.
- El gobierno del Partido Popular sigue renunciando a realizar un
ajuste fiscal progresivo, equitativo y que equilibre el sacrificio de
los diferentes grupos sociales. En lugar de afrontar una lucha efectiva
contra el fraude y una reforma impositiva que permita aumentar la
recaudación sin deprimir el consumo y el empleo, se ha limitado a
realizar cambios mínimos que más bien pueden ocultar nuevas facilidades a
especuladores, poseedores de dinero negro y promotores.
- Miente también el Ministro en este aspecto si se tiene en cuenta
que las transferencias a las comunidades autónomas (que principalmente
se dedican luego a gasto social) disminuirán en 2013 en 1.175 millones
de euros (o en más si, como en 2012 hay recortes adicionales).
Nuevas leyes para concentrar privilegios y poder en los mercados
Como en otras ocasiones, la presentación de los Presupuestos se
aprovecha para anunciar una batería muy amplia de normas orientada a
reforzar la libertad de las grandes corporaciones en perjuicio de los
intereses generales o incluso de los principios básicos de los estados
democráticos.
Esto último es lo que implica en mi opinión la creación de una
autoridad fiscal independiente que solo se puede interpretar como el dar
un paso más para vaciar de contenido a los parlamentos a la hora de
hacer que se ejecuten las preferencias que los ciudadanos expresan
cuando votan.
Y junto a esta propuesta, otras encaminadas, según dice el gobierno, a
liberalizar los mercados, pero que en realidad solo se destinan a
proteger aún más a los grupos económicos y financieros más poderosos. Su
resultado será el mismo que el alcanzado en otras ocasiones cuando,
defendiendo la libertad de mercado con grandes proclamas, se han
eliminado normas regulatorias y protección de los consumidores: mercados
más concentrados, precios más elevados, ingresos más altos para los
grandes propietarios.
En definitiva, estos Presupuestos son un engaño más del gobierno de
Mariano Rajoy: no se van a cumplir, pero contienen nuevos recortes y
medidas depresivas que van a empeorar aún más la situación. Los
empresarios pequeños y medianos, los que se dedican a crear riqueza y
precisan de financiación y demanda, no van a obtener lo que precisan y
estarán en peores condiciones para crear empleo o simplemente para
mantener abiertos sus establecimientos; los trabajadores y los
pensionistas van a ganar menos; España va a seguir perdiendo capital
social e intangible… Eso sí. El Partido Popular habrá sorteado mintiendo
una dificultad más procurando perder los menos votos posibles, que es
lo único que parece interesarle.
La complicidad de Bruselas
Una última consideración. Podría sorprender, que a pesar de que sea
evidente que parten de estimaciones inasumibles y nada realistas,
Bruselas haya dado enseguida su visto bueno a estos Presupuestos,
diciendo que incluso van más lejos de lo esperado. A mi juicio es
normal: no les preocupa que España se recupere o no, ni siquiera que
llegue a cumplir sus propias exigencias de déficits (ellos saben mejor
que nadie que con más austeridad es imposible lograrlo porque los
ingresos caen mucho más que los gastos: usan la exigencia como excusa no
como objetivo posibilista). Lo que buscan es simplemente que los bancos
españoles paguen sus deudas a los centroeuropeos y preparar el
definitivo asalto a nuestra economía que se producirá en la ya inmediata
oleada de privatizaciones que van a darse en España, unas preparados en
bandeja directamente por el gobierno, y otras como inevitable
consecuencia del deterioro de los servicios públicos mal financiados.
Hay que romper la soga
Los Presupuestos 2013 tensan aún más la soga que nos tiene atrapados y no hay más remedio que cortarla cuanto antes.
Pero el problema ya no es solo económico o financiero sino político y social.
El PSOE primero y ahora el PP han descoyuntado a España. Ahora no hay
otra solución a nuestros problemas que poner sobre la mesa la imperiosa
necesidad de lograr un nuevo acuerdo de salvación social y nacional
(que dada la realidad de nuestro Estado debería ser en realidad, de
unidad plurinacional, federal). A estas alturas me temo que no hay más
que dos alternativas: mantener una confianza suicida en que la misma
Europa que nos hundió va a rescatarnos, o confiar en nosotros mismos y,
por primera vez, hacer frente a lo que nos está condenando inútilmente
al desastre y decir ¡Basta!, naturalmente, sin que eso signifique que no
debamos mirarnos al mismo tiempo hacia dentro y afrontar también
nuestras propias debilidades con transparencia.
Sin poner sobre la mesa un NO radical a seguir aplicando políticas
que nos arruinan, sin proponer una quita de nuestra deuda, repudiando la
ilegítima, y sin una renegociación con Europa de la política económica y
de las condiciones generales de consolidación del euro no tenemos
solución. Si los españoles quisiéramos, podríamos conseguir darle la
vuelta a la situación.
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