article llegit a la revista PUEBLOS
Olga Rodríguez |
¿Piensa la patronal bancaria en todo lo que hay detrás de esas cifras, de esos nombres?
¿Qué sienten cuando, tras expulsar de sus casas a las familias, sacan
a subasta esas viviendas de las que se erigen como propietarios,
mientras siguen exigiendo a los desahuciados el pago de las casas que ya
nunca serán suyas?
“Casos de extrema necesidad” recuerda a aquella otra frase
pronunciada por Dov Weisglass, asesor del exprimer ministro israelí
Ariel Sharon, quien, refiriéndose a los palestinos víctimas del bloqueo
de Gaza, dijo: “La idea es ponerlos a dieta, no matarlos de hambre”.
¿Creará la patronal bancaria un grupo de trabajo encargado de
determinar cuándo llega la tragedia y cuándo no, cuándo un desahucio es
terrible y cuándo no, cuándo es solo ‘dieta’ y cuándo ‘muerte por
hambre’? ¿De qué modo valorarán el carácter extremo de la situación?
Ahora, tras las protestas, tras un formidable movimiento contra los
desahucios, tras la advertencia de jueces y fiscales, que han acusado a
los bancos de especular con las ejecuciones hipotecarias, tras varios
suicidios de afectados, se detendrán algunos desahucios.
Es el elevado precio que se impone a la gente en una época de
impunidad como la actual, en la que los ricos nunca habían sido tan
ricos ni los pobres, tan pobres.
Hasta hoy no había excepciones para ejecutar los desahucios.
Parapetados tras la excusa de la legalidad, la banca justificaba lo
injustificable, lo insostenible.
Se hacía porque era legal, a pesar del artículo 47 de la Constitución
(“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada”) como legal fue que las mujeres no pudieran votar o que en
EEUU se legitimara el racismo con espacios separados para negros y
blancos; como legal es la desigualdad, la pobreza, el abuso del poder
frente a la indefensión de los débiles.
Bancos y cajas deciden que lo legal ya no es justificable “en casos
de extrema necesidad”, y esto demuestra que la protesta es útil, que la
presión sirve, que todo suma, que la reivindicación de nuestros derechos
es más que nunca imprescindible y que hay que seguir luchando para que
las legales violaciones de los derechos humanos sean finalmente
paralizadas.
Pero no basta con un gesto de caridad. El anuncio de la paralización
temporal de algunos desahucios, de los peores, forma parte de ese
régimen de adelgazamiento al que están sometidos derechos fundamentales.
Nos ponen a dieta, pero con disimulo. Como diría Weisglass, con una
dieta no mortal. No vaya a ser que nos quedemos sin absolutamente nada,
nos rebelemos, y encuentren entonces algún obstáculo serio a su
impunidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario