Article llegit al DIARIO.ES
Isaac Rosa |
Si la integridad territorial de España dependiera de los
argumentos con que la derecha política y mediática descarta estos días
la independencia de Cataluña, ya podrían los catalanes independentistas
enfriar el cava porque sería cuestión de días. Hay que ver la birria de
razones con que quieren convencernos de que una Cataluña independiente
es imposible por inviable.
Argumentos
sentimentaloides del tipo “Cataluña no es nada sin España” ni los tengo
en cuenta, porque recuerdan al “no puedo vivir sin ti” que precede a
toda separación, y que dura tanto como tarda uno en darse cuenta de que
no sólo puede vivir sin su ex, sino mucho mejor.
Luego están los argumentos ‘expulsivos’: un Estado catalán se quedaría
fuera de la Unión Europea, del euro, de la OTAN, y hasta de la liga de
fútbol. En cuanto al euro, ya veremos si no somos nosotros los que
acabamos fuera de Europa y del euro, bien porque nos echen, bien porque
se venga abajo el invento europeo. Lo de no poder pertenecer a la OTAN,
muchos correríamos a preguntar dónde hay que firmar, y así están desde
siempre algunos países, incluso en Europa. Y en cuanto a la liga de
fútbol, es un negocio antes que un deporte, y ya lo apañarían.
Y por último están los argumentos ‘ruinosos’: Cataluña no sería viable
como Estado en un momento como este, de grave crisis económica europea,
española y también catalana, y se hundiría sin remedio. Se olvidan de
que los nuevos Estados suelen nacer de los escombros, tras guerras y
secesiones dramáticas, y sobre esos escombros (que a menudo son
literales, de país destrozado) levantan el nuevo Estado.
En definitiva: que si Cataluña sigue o no siendo parte de España no
dependerá ni del euro, ni de la crisis ni de jugar la Copa del Rey, sino
de que los catalanes quieran continuar siendo miembros del club
hispánico. Vale, están también los argumentos de fuerza: suspender la
autonomía y mandar el ejército, pero como ahí se acaba toda posibilidad
de discusión, ni lo considero.
Por mucho que les pese
a algunos, Cataluña será lo que los catalanes quieran. ¿Y el resto de
españoles? ¿Qué queremos? Yo hablo por mí, y por otros que sé que
piensan como yo. Y mi postura es casi suplicante: ¡amigos catalanes, no
os vayáis, no nos dejéis solos! Frente a la chulería con la que algunos
comentaristas despachan las aspiraciones catalanas con un “déjalos, que
se vayan, que ya se arrepentirán”, yo prefiero no tentar la suerte y les
pido: no os vayáis, no nos dejéis solos.
Porque si
para algunos es impensable una España sin Cataluña, yo tengo suficiente
imaginación para hacerme a la idea, y me aterra una España sin Cataluña
(y sin Euskadi, que en tal caso no se quedaría atrás). ¿Se lo imaginan,
una España sin las variaciones vasca y catalana, una España
reconcentrada en su castellanidad?
En una España sin
catalanes ni vascos, los que quedásemos tocaríamos a más en todo, por
ser menos para repartir: nos tocaría por cabeza más rescate, más modelo
productivo fracasado, más monarquía, más bipartidismo, más santa
Transición, más conferencia episcopal, más jueces carcas, más
contrarreforma educativa, más facherío sociológico, más prensa
cavernícola, más Academia de la Historia, más banca tóxica, más poder
económico dominante, más corrupción; más de todo per cápita. Sí, ya sé
que también en Cataluña hay crisis, derecha rancia, obispos, corrupción y
gran capital, pero sospecho que en el reparto del ajuar común
saldríamos perdiendo los que estamos a este lado del Ebro; y lo mismo
valdría para Euskadi.
Sería además una España herida,
humillada, lo que hincharía aún más el nacionalismo español -que
también existe aunque los que se dicen antinacionalistas nunca lo
reconozcan-; ese mismo nacionalismo que con sus hechos y sus palabras es
desde hace años el mayor fabricante de separatistas en Cataluña y
Euskadi.
Asumo que en Cataluña hay un número
importante de independentistas convencidos que querrían llegar hasta el
final –y entre ellos no figura Mas, que está a otra cosa, ni tampoco
CiU-. Pero estoy seguro de que la mayoría de catalanes no quiere salir
de España: quiere salir de esta España, que no es lo mismo. Pero es que de esta España somos muchos los que queremos salir, sin tener la posibilidad de independizarnos. De esta España fallida, donde no queda ya institución que no esté en crisis, y donde caminamos con paso firme hacia el agujero.
Por eso digo: amigos catalanes, no os vayáis, no nos dejéis solos,
quedaos con nosotros y cambiemos juntos esta España, construyamos otra
donde ni vosotros ni los demás nos sintamos incómodos, una España que
tenga futuro y en la que no tengamos más motivos para temer o
avergonzarnos de los que tienen los habitantes de otros países. Una
España que ya no podrá ser monárquica, ni tampoco autonómica, porque el
proyecto de la Transición hace agua por demasiados sitios. República,
federal, son palabras que todavía imponen; pero más nos valdría tomarnos
en serio esa incomodidad de catalanes y vascos y de tantos españoles, y
apostar por salir de la crisis desechando todo lo fallido para
construir de nuevo, antes de que se nos caiga encima.
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